Todos los días tenemos que escuchar noticias desagradables sobre muertes, genocidios, guerras, asesinatos y demás barbaries y todo esto parece que nos insensibilice de tal manera hasta verlo normal. La guerra que han declarado miles de ciudades del planeta en contra de los graffiteros ha llegado demasiado lejos y ha tenido un episodio fatal, la muerte de Víctor Martín Penagos Estrada, “El Burla” un chaval graffitero de 16 años de San Cristóbal de las Casas, en Chiapas, México.
Jóvenes grafiteros de San Cristóbal de Las Casas se manifestaron ayer para demandar espacios públicos para expresarse.
Se manifestaron acompañados de sus padres, indignados por el cobarde asesinato de Víctor Martín Penagos Estrada, mejor conocido en la escena del graffiti local como BURLA.
Víctor Martín Penagos Estrada dejó inconclusa su firma, su tag, BURLA, en una pared del Hotel Maya Quetzal, en el barrio de San Diego, donde fue sorprendido por Nicolás Gómez Sántiz, el velador que primero lo golpeó, le disparó en el cuello, y luego lo remató con un segundo disparo directo al corazón.
Es la primera víctima del clima de linchamiento contra los graffiteros que ha alimentado desde el Palacio Municipal, el alcalde Mariano Alberto Díaz Ochoa.
Hay muchas cosas que investigar.
¿Qué hacia un velador con una arma reglamentaria, .38 especial, de uso exclusivo del Ejército?
En el parte ministerial se asienta que fue la dueña del hotel Maya Quetzal quien proporcionó el arma a Nicolás Gómez Sántiz.
Habría que investigar su procedencia, porque tener un arma reglamentaria, de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas, eso sí que es un acto ilegal, penado por la ley.
BURLA es un mártir, y seguro será una leyenda urbana.
Pero debiera ser mucho más que un estandarte para los grafiteros locales.
Debiera ser motivo más que suficiente para que las autoridades locales deroguen -¡a la voz de ya!-, el acuerdo de Cabildo que criminaliza el grafitti.
Que persigue a los grafiteros
Que ofrece 5,000 pesos de recompensa a quien denuncie a un grafitero.
Que establece 20 mil pesos de multa cuando uno de estos jóvenes sea sorprendido pintarrajeando paredes.
Y eso no debiera bastar.
El alcalde Mariano Alberto Díaz Ochoa y el cabildo en pleno deben pedir perdón al pueblo de San Cristóbal de Las Casas por el clima de linchamiento, por el encono generado contra esos jóvenes grafiteros, satanizados desde el palacio municipal como delincuentes.
La represión solo conduce a actos de barbarie como el que cegó la vida de Víctor Martín Penagos Estrada, el BURLA.
Durante el velorio, su madre, la señora Virginia Penagos suplicaba con profunda tristeza “yo daría las toneladas de pintura que me hubieran pedido pero no me lo hubieran matado, mi hijo sólo tenía 16 años”.
Se manifestaron acompañados de sus padres, indignados por el cobarde asesinato de Víctor Martín Penagos Estrada, mejor conocido en la escena del graffiti local como BURLA.
Víctor Martín Penagos Estrada dejó inconclusa su firma, su tag, BURLA, en una pared del Hotel Maya Quetzal, en el barrio de San Diego, donde fue sorprendido por Nicolás Gómez Sántiz, el velador que primero lo golpeó, le disparó en el cuello, y luego lo remató con un segundo disparo directo al corazón.
Es la primera víctima del clima de linchamiento contra los graffiteros que ha alimentado desde el Palacio Municipal, el alcalde Mariano Alberto Díaz Ochoa.
Hay muchas cosas que investigar.
¿Qué hacia un velador con una arma reglamentaria, .38 especial, de uso exclusivo del Ejército?
En el parte ministerial se asienta que fue la dueña del hotel Maya Quetzal quien proporcionó el arma a Nicolás Gómez Sántiz.
Habría que investigar su procedencia, porque tener un arma reglamentaria, de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas, eso sí que es un acto ilegal, penado por la ley.
BURLA es un mártir, y seguro será una leyenda urbana.
Pero debiera ser mucho más que un estandarte para los grafiteros locales.
Debiera ser motivo más que suficiente para que las autoridades locales deroguen -¡a la voz de ya!-, el acuerdo de Cabildo que criminaliza el grafitti.
Que persigue a los grafiteros
Que ofrece 5,000 pesos de recompensa a quien denuncie a un grafitero.
Que establece 20 mil pesos de multa cuando uno de estos jóvenes sea sorprendido pintarrajeando paredes.
Y eso no debiera bastar.
El alcalde Mariano Alberto Díaz Ochoa y el cabildo en pleno deben pedir perdón al pueblo de San Cristóbal de Las Casas por el clima de linchamiento, por el encono generado contra esos jóvenes grafiteros, satanizados desde el palacio municipal como delincuentes.
La represión solo conduce a actos de barbarie como el que cegó la vida de Víctor Martín Penagos Estrada, el BURLA.
Durante el velorio, su madre, la señora Virginia Penagos suplicaba con profunda tristeza “yo daría las toneladas de pintura que me hubieran pedido pero no me lo hubieran matado, mi hijo sólo tenía 16 años”.
“Burla” era el nombre con el que firmaba (tag) sus graffitis el joven de dieciséis años asesinado por San Cristóbal, y es que los que le conocían afirman que su carácter era sumamente bromista, jovial, amable, amigo de todos. “Burla” es el nombre que escogió para sí mismo Víctor Martín Penagos Estrada y ahora, convertido en mártir, “Burla” deberá ser la bandera de los jóvenes de esta ciudad para exigir sus derechos y ganar sus propios espacios en la sociedad.
“Burla” murió por la estupidez social, pero le puedo asegurar distinguido lector, que mucha de la gente que se desgarran públicamente las vestiduras en contra del graffiti son verdaderos corruptos y ladrones que no tendrían derecho alguno de lanzar la primera piedra en contra de jóvenes, que como “Burla”, se encuentran en busca de su identidad, en esa etapa de natural rebeldía que termina por formar el carácter de un adulto de bien.
Enviar a un joven graffitero a la cárcel para que se convierta en un verdadero delincuente es un muy costoso absurdo. Lo que necesitamos son autoridades, medios de comunicación y una sociedad en su conjunto dispuestos a canalizar la energía de la juventud para el bien común; pero... y Usted... ¿Qué Piensa?
FUENTE
Vídeo: Colectivo La juncia5hitstem
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